Pollos Mario
Restaurante y Panadería

Pollos Mario

Un Pedacito de Colombia en México
Pollos Mario
Fajas Colombianas MaLiLi

Fajas Malili

De Medellín a Guadalajara: Adaptación, comida y empezar desde cero en México

Cuando Marcela Álvarez dejó Medellín para comenzar una nueva vida en Guadalajara, no lo hizo por una oportunidad laboral ni por una aventura personal, sino por amor. “Hormona mata neurona”, dice entre risas, recordando la frase que su suegro le repetía cuando tomó la decisión. Durante dos años mantuvo una relación a distancia con su pareja, viajando entre Colombia y México, hasta que finalmente decidieron que ella sería quien cruzaría la frontera para empezar de cero.


Miniatura del video - De Medellín a Guadalajara

El día que tomó su vuelo, Marcela sintió una mezcla de emoción y vértigo. No sabía qué le esperaba al otro lado, pero sí tenía claro que el cambio iba a ser radical. No era solo mudarse a otro país, era renunciar a una rutina que conocía bien, a la comodidad de su hogar, a los pequeños detalles que construyen la identidad de un lugar: el sonido de los buses en Medellín, el acento paisa en cada esquina, el aroma a café recién hecho en la mañana.


Además, su mudanza no era un escape, sino una elección de vida. En Medellín tenía un trabajo estable, pero en el Urabá antioqueño, una zona complicada. “Mi esposo me decía: ‘si te quedas allá, yo no voy a poder dormir tranquilo’”, recuerda. Cada día implicaba enfrentar riesgos, estar alerta. Cambiar ese entorno por la seguridad de Guadalajara fue una decisión que tomó con convicción, aunque no sin sacrificios.


Uno de los primeros impactos que vivió fue el choque gastronómico. En Colombia, el picante es una opción; en México, una obligación. “Al principio no podía con tanto chile”, confiesa. Más de una vez cayó en la trampa de las salsas: pensó que una era suave y terminó con la boca en llamas. Pero la adaptación es una cuestión de paciencia y de prueba y error. Hoy ya sabe qué salsas evitar y cuáles sí puede disfrutar sin temor. Aunque extraña la bandeja paisa, ha encontrado en la birria y los tacos al pastor nuevos favoritos.


Más allá de la comida, el ritmo de vida también fue un cambio. Medellín y Guadalajara comparten cierta calidez en su gente, pero la vida en México le pareció más acelerada, con un dinamismo distinto. Al principio, adaptarse a la forma en la que se negocia, se habla y se socializa en México le tomó tiempo. Pero poco a poco fue encontrando su espacio.


Uno de los retos más grandes fue la soledad inicial. “No es fácil llegar a un lugar donde no tienes familia ni amigos”, dice. Los primeros meses fueron difíciles; extrañaba las reuniones familiares, las conversaciones con sus amigas de siempre, la sensación de pertenencia. Pero entonces descubrió algo que no esperaba: una comunidad de colombianos en Guadalajara que se convirtió en su red de apoyo. Con ellos encontró un pedazo de su tierra en México.


Después de varios años en México, Marcela aprendió que vivir intensamente es lo único que realmente importa. Durante una visita a Zipolite, una playa conocida por su ambiente libre y su conexión con la naturaleza, se dio cuenta de cuánto había cambiado su perspectiva sobre la vida. “A veces, los miedos nos limitan”, reflexiona. “Nos enseñan a vivir con temor, a pensar demasiado en el qué dirán, en los riesgos, en lo que puede salir mal, y terminamos dejando de hacer cosas que realmente queremos”.


Desde entonces, su mentalidad cambió. Se permitió experimentar más, probar cosas nuevas, decir que sí a lo desconocido. “Antes me preocupaba demasiado por lo que debía hacer, ahora me enfoco en lo que quiero hacer”, dice con seguridad. Esta nueva forma de ver la vida le ha permitido disfrutar más cada día, sin pensar tanto en el futuro, sino en lo que tiene en el presente.


En estos once años ha construido su propia historia en México. Se ha reído con las diferencias de lenguaje (“¡la primera vez que escuché ‘aguas’ pensé que me iban a mojar!”), ha aprendido a preparar algunos platillos mexicanos y ha abrazado una cultura que, aunque diferente, le ha abierto los brazos.


Cuando le preguntan si volvería a Colombia, la respuesta no es fácil. Extraña su país, sí. Pero también ha construido una vida aquí. “Cada día es una oportunidad para aprender”, dice convencida. Adaptarse a un país nuevo no es fácil, pero con el tiempo, México se convirtió en su hogar.


Ver Video

 
 
 
 
 
¿Nos ayudas a seguir adelante?
Nuestra web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Al hacer clic en el botón Aceptar, aceptas el uso de estas tecnologías el y procesamiento de tus datos para estos propósitos.    Más información
Privacidad