Como medio de comunicación tomamos distancia de colectivos, grupos o cuadrillas que intentan dividir a la comunidad colombiana en México, tomándose la vocería y atropellando las posturas individuales de miles de connacionales residentes en este país. Dichos grupos insistentemente buscan ser el foco de atención a través de su presencia en oficinas diplomáticas de Colombia en México.
Desde hace días, a través de la Revista Semana y el diario El Tiempo, tenemos conocimiento de las quejas contra un empleado de la embajada de Colombia en México, y desde esta mañana, de los reclamos hacia otro funcionario diplomático en el Consulado General de Colombia en Ciudad de México; sin embargo, no consideramos que la especulación sea una vía adecuada para abordar dichos temas, además de que no disponemos de evidencia suficiente de lo acontecido en un proceso interno del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Respetamos el derecho a réplica y defensa. No toleramos comportamientos homofóbicos o algún tipo de violencia, discriminación por género, preferencia sexual, raza o clase social.
Entendemos que hay una delgada línea en la que todas las causas pueden diluirse; por ello es vital conocer a cabalidad las circunstancias de los hechos y ambas versiones, antes de emitir un juicio.
Vemos con buenos ojos que un empleado diplomático trabaje y se enfoque estrictamente en lo que engloba sus labores como funcionario público.
En la función pública se es evaluado por la gestión y no por las palabras en reuniones innecesarias o argumentos improductivos. Por parte de nuestros connacionales se aprecia mucho la acción concreta en el terreno y se aplaude la atención consular primaria expedita y efectiva.
Res non verba.
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